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- Árbol ya largamente florecido,
- con el tronco tatuado de iniciales,
- lo dejaron en pie los vendavales,
- sin una hoja, ni una flor, ni un nido,
- igual que un corazón envejecido
- que aún palpita, sin bienes y sin males,
- lleno de sal, como los litorales,
- con fatiga de amor y sed de olvido.
- Pero en el árbol se detuvo un día,
- para cantar, un pájaro viajero,
- y el tronco aquel sintió que florecía...
- como florece un corazón huraño,
- para después sentir que le hace daño
- la flor tardía de su amor postrero.