A los pies de tu cama,
como un perro,
se echó mi corazón.
Noche tras noche
gime calladamente su reproche
y sufre injustamente su destierro.
Allí está.
Nada importa que lo aparte
tu pie pequeño y cruel.
Allí, en la sombra,
calla el grito de amor
con que te nombra,
para no despertarte.
Noche tras noche,
hasta que llega el día,
gime un reproche
y sufre su destierro.