*Balada de las recapitulaciones






Todo es igual y siempre: Yo, la noche, el olvido
-acá abajo las rosas y allá arriba los astros.




Y el hombre y sus preguntas. Y nadie y su silencio.
Y un gran montón de escombros floreciendo y girando.


Todo es igual: el río, las espigas, la nieve,
las lágrimas, las fechas. Todo es igual y en vano.


A veces, en otoño, la música del bosque
nace en las hojas secas del compás de mi paso,
y hay nubes parecidas a las cosas que pienso,
y me duele en los hombros lo que quisiera un árbol;
pero después no importa: lo que pasa o se queda,
lo que sueño y olvido, todo es igual y en vano.


Libros de letras torpes, viejos pozos vacíos,
turbio espejo en la sombra, negra espuma en el vaso;
sello del rey asirio bajo costras de arena;
mandolina del paje, talismán del templario;
y nada más que el tiempo soplando su ceniza,
y otra vez y cien veces, y todo igual y en vano.
Y decimos: “Ya es tarde”. Y aún así pasa el viento.

Y el viento nada dice, pero sigue pasando.
Y decimos: “No importa”. Y al mirar hacia arriba
recorremos a tientas los caminos de abajo.
Y decimos entonces: “Está bien”. Y no importa,
y es tarde y, como siempre, todo es igual y en vano.


 

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