Estoy aquí, contigo. Y pienso en ti, a tu sombra,
a tu sombra callada como un agua de otoño.
Aquí, con la cabeza caída en tu regazo,
como para que pienses que contemplo las nubes.
En tu rostro apacible se refleja el crepúsculo,
y eres tan bella, amiga, que me duele mirarte.
Aquí estoy, a tu sombra, pensando en ti, contigo.
Y tú piensas, acaso, que estoy pensando en otra.
Tú sonríes, segura del poder de tu beso,
y yo sierro los ojos para sentir tu ausencia.
Ah, pobre amiga mía, cómo quisiera amarte,
amarte como entonces, cuando tú no me amabas...
Ah, sí, qué pronto pasan el amor y las nubes...
Qué irreparablemente se mustian las espigas...
Aquí, bajo este árbol que ignora su silencio,
mí corazón se aleja tristemente del tuyo.
Y, sin embargo, amiga, ya ves que te sonrío.
Y mí boca recorre la distancia del beso.
Pero pienso en el modo de dejar de besarte,
y en una despedida que no te haga llorar...