Quizás pases con otro que te diga el oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
Te amare mas que nunca... y jamás lo sabrás.
La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio... Y tu estabas allí:
Allí, en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡qué yo soy aquel hombre... y tú, aquella mujer!
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
Te amare mas que nunca... y jamás lo sabrás.
La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio... Y tu estabas allí:
Allí, en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡qué yo soy aquel hombre... y tú, aquella mujer!
gracias infinitas a mi adorable amiga Juana
por esta preciosidad de poema