
aunque tú, por la espalda, le clavaste un puñal.
Lo enterraremos juntos, sin pesar ni alegría,
aunque yo sólo sepa que vive todavía.
Pero no intentes nunca remover esa fosa:
Déjala abandonada; déjala silenciosa...
pues si un día la abrieras, tu mano desleal
no hallaría otra cosa que tu propio puñal.